De las notas a la música

Con la participación de
Juan Carlos Fernández-Cortés, musicólogo
María Hinojosa, soprano
Klara Ek, soprano
Jordi Domènech, contratenor
Ruby Hughes, soprano
Pablo Heras-Casado, director de orquesta
José Carlos Gonsálvez, director del Dpto. de Música de la Biblioteca Nacional
Javier Estrella, director del Festival de Música Antigua de Aranjuez
 
     
 
 
 
 
 
 
 
     
 
     
 
     
 
     
 
   
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El contexto histórico
Con la llegada al trono de Fernando VI y de su esposa Bárbara de Braganza en 1746, el elegante universo de las diversiones de la corte borbónica española alcanzó uno de su momentos de mayor esplendor. Gracias a la hábil iniciativa y la brillante gestión de Carlo Broschi “Farinelli”, las jornadas primaverales de la corte en el Real Sitio de Aranjuez se convirtieron en un espacio privilegiado para la representación de espectáculos teatrales. Continuando la tradición iniciada por Felipe V de festejar suntuosamente la onomástica del monarca, la festividad de San Fernando (30 de mayo) se celebró a partir de 1751 en Aranjuez. El programa de los festejos, supervisados por la propia reina, se clausuraba al final del día con una representación dramático musical de una nueva función o de una adaptación realizada expresamente para estas fiestas, que se solía encargar a los más destacados compositores y dramaturgos de la época.

La carencia de un espacio teatral amplio dentro del Palacio Real de Aranjuez estimuló la composición de serenatas u operas breves que, desprovistas del gran aparato escenográfico habitual en otros escenarios como el Coliseo del Buen Retiro, permitían el disfrute del espectáculo musical para un selecto grupo cortesano.

Para el santo del monarca de 1753 y con motivo de la inauguración del pequeño Teatro de Serenatas que se había construido dentro del Palacio Real de Aranjuez, Farinelli encargó a su amigo Metastasio, poeta oficial de la corte vienesa (que ya había realizado varias adaptaciones de textos suyos para Aranjuez) una obra original: L’isola disabitata, breve serenata u ópera en un acto que fue puesta en música por el compositor vienés Giusseppe Bonno, después de que Nicolà Porpora rechazase el encargo por hallarse enfermo.

En la elocuente carta, fechada el 7 de abril de 1753, que Metastasio envió a su amigo Farinelli junto con el libreto y la música de la obra, el poeta comentaba las circunstancias de composición de esta ópera y la premura con la que se enviaron los materiales desde Viena:

Os escribo de prisa dos renglones para acompañar el pliego que os lleva el libro y la música de L’ isola disabitata. Oh, querido Gemelo, ¿cómo habéis llegado a ser un hombre tan honesto entre la corruptela de la caterva armónica? Esta es una de las circunstancias que os hace más digno de admiración. El Bono que ha compuesto la música que adjunto me ha detenido de día en día y me ha hecho suspirar hasta esta misma mañana. Y a pesar de ello, es de los más puntuales maestros que he conocido. Su tardanza ha hecho que pierda un correo; más vos debéis tener la fiesta a tiempo, y a costa mía. Así la envío por la posta y, según mis cálculos, la recibiréis el día 29 del corriente y tendréis un mes para aprenderla y ensayarla. Creo haberos ya escrito la distribución de las partes, pero cuesta poco repetirla. Costanza, la señora Mingotti, Silvia, la señora Castelli, Enrico, el soprano, Gernando, Pansacchi. Este último no se puede cambiar, para hacer de marido, según el orden, debe ser un tenor.

Entre los interpretes que aparecen citados en la carta anterior, y que fueron los que finalmente participaron en el estreno de L’isola disabitata el 30 de mayo de 1753, se hallaba la soprano Reginna Mingotti, una de las más celebres cantantes europeas del momento que ya había actuado en 1752 en la ópera Siroe representada ante la corte real de Aranjuez. Al estreno de la obra asistieron además de los monarcas y toda la corte, prelados, embajadores y la aristocracia más distinguida de la época.

La ópera “mereció el Real agrado y un aplauso general de toda la Corte” según la crónica de la Gaceta de Madrid. Farinelli en su manuscrito Fiestas Reales, comenta también que los monarcas quedaron muy satisfechos del resultado artístico de la función y obsequiaron al libretista Metastasio con “una hermosa caja de oro, con figuras esmaltadas en relieve y en la embocadura de la tapa algunos brillantes y llena de oro en lugar de tabaco”. El compositor recibió a través de Metatastasio, el original obsequio de un bollo de chocolate relleno con 100 doblones.

El libreto

El texto de L’isola disabitata (que tras su estreno con la música de Giuseppe Bonno sería nuevamente utilizado por otros compositores, entre ellos Franz Joseph Haydn) puede considerarse como una reformulación galante del modelo “fiabesco” o de cuento de hadas y de ciertos elementos vinculados al mito de Orfeo. Los motivos principales de la fábula, el viaje, la muerte simbólica y la posterior resurrección con el triunfo del bien aparecen fusionados con algunos núcleos narrativos del mito órfico (separación de los jóvenes esposos, viaje del enamorado y reencuentro con la amada).

En L’isola disabitata la emoción que sugieren las escenas más dramáticas aparecen, sin embargo, atemperadas. El descenso a los infiernos o la soledad del amado apenas son bosquejados por Metastasio y triunfa la fábula con un final feliz como corresponde a un divertimento galante que debía compartir los códigos cortesanos. Sólo cuatro personajes son necesarios para desarrollar la trama de esta breve opera: la heroína Costanza, su joven hermana Silvia, Gernando el marido de Costanza y su amigo Enrico. La acción se desarrolla en una isla desierta donde trece años antes Gernando trajo a Costanza y a Silvia para refugiarse tras una tormenta en el mar. Mientras Costanza estaba dormida, unos piratas raptan a Gernando.

Costanza, convencida de que ha sido abandonada por su amado, aparece en la escena inicial expresando su tristeza a Silvia, a quien, en cambio, la isla le parece muy agradable. Silvia observa que un barco se aproxima y de él desembarca Enrico que llega con Gernando para buscar a Constanza. Silvia, que no recuerda nunca haber visto antes a un hombre, queda prendada de Enrico. Mientras tanto Gernando ha encontrado a Costanza y ésta se desmaya al verlo. Cuando el joven va a buscar agua para reanimarla, aparece Enrico y cuenta a Costanza lo que ocurrió hace años y cuánto sufrió Gernando por su pérdida. Finalmente se reúnen todos y Enrico pide a Silvia que se despose con él. La obra se cierra con las dos parejas que entonan un coro final en el que se proclama la virtud de la constancia en un juego de palabras con el nombre de la heroína.

La música. Giuseppe Bonno
Si bien en nuestros días para la mayoría de los aficionados a la música el nombre de Giuseppe Bonno es posible que no le resulte muy familiar, no se trata, sin embargo, de uno de tantos compositores relegados por la historia.

Aunque desde finales del siglo XIX se han escrito y publicado un buen numero de estudios científicos sobre la vida y obra de Bonno (como los realizados por el célebre compositor y musicólogo Egon Wellesz, discípulo de Arnold Schönberg) quizá, sea más fácil evocar su figura recordando la célebre película “Amadeus” de Milos Forman. En ella el viejo Kapellmeister Bonno (interpretado por el actor americano Patrick Hines) se presenta en varias secuencias haciendo apología de la ópera italiana. Su aparición en este film no es casual pues, este compositor austriaco de origen italiano, nacido en 1711 y fallecido en 1788, fue uno de los personajes más notables de la música vienesa del siglo XVIII. Después de haberse formado en Nápoles con Francesco Durante y Leonardo Leo, en torno a 1749, Bonno fue nombrado Kapellmeister de Joseph Frederick, Príncipe of Sachsen-Hildburghausen, por cuya excelente orquesta pasaron entre otros Gluck y Dittersdorf. En 1774 alcanzó el cargo de Kapellmeister de la corte imperial austriaca. Colaborador habitual de Metastasio, Giuseppe Bonno mantuvo también una excelente relación con la familia Mozart, llegando a hacerse cargo del estreno de varias sinfonías del joven Wolfgang Amadeus. Fue autor de un nutrido catálogo en el que figuran operas y música religiosa que en su gran mayoría aun permanece inédito. Su música escénica de la primera época, en la que se enmarca L’isola disabitata entronca directamente con su formación napolitana, si bien en algunos rasgos melódicos y armónicos se evidencian influencias del incipiente estilo galante centroeuropeo.

El proyecto de recuperación
La partitura original de L’isola disabitata compuesta por Giuseppe Bonno ha permanecido inédita hasta nuestros días. El proyecto de recuperación de esta obra parte de un estudio del contexto histórico y artístico en el que se produjo el estreno y tiene como objetivo la preparación de una edición musical y literaria a partir de los manuscritos musicales de la época que se conservan en la Österreichische Nationalbibliothek de Viena y en la Biblioteca del Conservatorio San Pietro a Maiella de Nápoles, paso previo indispensable para presentar ante el público una interpretación en condiciones óptimas. Para la parte literaria contamos además con el libreto que se publicó en 1753 para el estreno en Aranjuez, del cual se conservan varios ejemplares en la Biblioteca Nacional de España y en la Biblioteca de Castilla La Mancha (Toledo) además de en otros archivos europeos.

La interpretación en versión de concierto que proyecta la Compañía Teatro del Príncipe dentro del XVI Festival de Aranjuez cuenta con la participación de cuatro solistas vocales y una orquesta de 17 componentes con instrumentos originales bajo la dirección musical de Pablo Heras Casado.

Juan Pablo Fernández-Cortés
Musicólogo

Fuente: Festival de Música Antigua de Aranjuez.